Sudar mucho: qué hacer y cómo tratar la hiperhidrosis

September 5, 2022 

Es verano, hace calor y todos sudamos. Unos más que otros, es cierto. “Todas las personas sudan para mantener su temperatura basal”, explica el doctor Alfredo Daniel Agullo, dermatólogo del grupo sanitario Ribera en el Departamento de Salud de Dénia. Si bien, añade, “no todas disipan el calor con la misma eficiencia, y no todas tienen la misma temperatura basal hipotalámica, lo que puede hacer que algunas necesiten liberar más cantidad de agua para mantener constante su temperatura”, asegura. Sin embargo, hay un punto en que la sudoración se considera excesiva, en algunos casos generalizada y, en otros, localizada en determinadas áreas del cuerpo. Es la conocida como hiperhidrosis.

“Se considera hiperhidrosis al exceso de sudoración bien localizada o generalizada que escapa a los mecanismos habituales de control”, explica el doctor Agullo. Y no hace falta que haga calor o estemos practicando algún deporte. Puede aparecer también en ambientes fríos y es muy habitual que el exceso de calor acentúe sus síntomas.

Por qué se produce la hiperhidrosis o sudoración excesiva

Nuestro especialista explica que el control de la secreción sudorípara se produce vía estímulos nerviosos, cuyo centro regulador principal se encuentra en el hipotálamo, “aunque también colaboran estímulos de la corteza cerebral, de la médula espinal y receptores locales cutáneos”.

Y el caso es que tenemos glándulas sudoríparas por todo el cuerpo. “El sudor se genera en las glándulas llamadas ecrinas. Éstas se componen de un orificio independiente del sistema pilosebáceo. Las glándulas ecrinas se distribuyen prácticamente por todo el cuerpo, con especial concentración en las palmas de las manos y las plantas de los pies, de ahí que sea la región corporal más frecuentemente afecta”, asegura el doctor Agullo, quien añade que en la región axilar, la segunda en frecuencia en estos casos, “encontramos una variante conocida como glándulas apoecrinas, que se les considera responsables de la hiperhidrosis axilar”.

El problema no es sudar. Es que se produzca esta reacción física de una manera excesiva y sin control, porque puede condicionar nuestras actividades diarias y también nuestra salud mental. El especialista en Dermatología del Departamento de Salud de Denia asegura que hay casos en los que esta sudoración excesiva “puede afectar seriamente tanto a la vida social y profesional de quienes lo padecen, limitando sus relaciones interpersonales y condicionando actividades profesionales, con la consecuente repercusión sobre el estado anímico de la persona y su salud mental”.

Cómo se trata el exceso de sudor

El dermatólogo del grupo sanitario Ribera en el Departamento de Salud de Denia explica que “normalmente utilizamos de partida tratamientos tópicos, y si no funcionan, consideramos la iontoforesis, las infiltraciones de toxina botulínica, completando con tratamientos tópicos si se necesita, y como última opción la cirugía”.

El tratamiento tópico es el menos invasivo. El doctor Agullo explica que se utilizan sales de aluminio que obstruyen la secreción glandular. Además, explica, “su uso a largo plazo acaba produciendo atrofia glandular, lo que también ayuda a controlar la hiperhidrosis”.

Si este tratamiento no funciona o no da los resultados deseados, se pasa a otro nivel, en este caso a la iontoforesis, que consiste hacer pasar una corriente eléctrica de baja intensidad por las manos, que actúa bloqueando el conducto glandular. Existe un aparato específico para este tratamiento que, en general, necesita 6 o 7 sesiones solo la primera semana, y un mantenimiento de 1 o 2 sesiones semanales para mantener sus efectos.

El siguiente nivel son las infiltraciones de toxina botulínica, que bloquean la liberación de acetilcolina, explica el doctor Agullo, inhibiendo la contracción la célula mioepitelial y bloqueando así la salida del sudor. “Los efectos aparecen a partir de la primera semana, consiguen tasas de reducción de la sudoración muy altas y se mantiene el efecto durante 6 meses”, asegura. El uso de cirugía, concluye, queda reservado “como última opción por sus consecuencias: cicatrices, alteraciones de la motilidad y contracturas, entre otras”

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